Muchos de nosotros nos vivimos preguntando que le hacemos a nuestra familia para que nos odie y nos quiera hacer daño.
En el mundo hay personas que nacen para hacer daño y lastimar sin importar la sangre, educación o nivel social.
La maldad se ve en pequeños actos y se nota más en los que dicen ser cristianos y conocer la palabra De Dios como la palma de su mano.
Estas personas las puedes identificar únicamente cuando compartes mucho tiempo con ellos. Cuando vives el día a día y que mejor cuando vives con ellos bajo el mismo techo.
Es aquí donde su careta se cae porque a puerta cerrada con sus acciones son personas que representan la maldad. Se burlan, hablan mal de su propia sangre, de su propia familia y se comportan con cada acto como buitres que solo esperan ver caer a sus presas para alimentarse de sus desgracias.
Te puedes preguntar: Pero como es posible que dentro de la Iglesia vendan una imagen de buenas personas cuando son demonios disfrazados de ovejas y acedores de maldad??
La respuesta es sencilla. Conocen la palabra, hablan de ella pero no la aplican porque no han sentido ni experimentado la presencia de Jesús.
Así de fácil ellos engañan, blasfeman, traicionan y se protegen bajo la palabra de Dios que han memorizado, pero son víboras y demonios que solo pueden repetir como discos rayados la palabra que les conviene.
Dicen estar salvos porque se bautizaron, dicen que sus pecados están borrados, pero olvidan que eso es más pecado que los mismos pecadores a los que ellos llaman mundanos.
La vida siempre se encarga de desenmascarar a estás personas de la forma que menos se lo imaginan.
Recuerda, podrán engañar a los hombres pero a Dios nadie lo puede burlar.
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