
Me he dado cuenta que el peor veneno que podemos tener dentro de nosotros mismos se llama orgullo. Que esta palabra tan simple, acompañada de una actitud inmadura a logrado alejar familias, destruir amistades y crear enemigos a lo largo del tiempo por el simple hecho de nunca haber aprendido a decir lo siento me equivoque o mejor aún ignorar un enfado y decir olvídalo no pasó nada. Pero como esta actitud sería terrible para nuestra reputación caemos en el juego y contribuimos a crear conflictos interpersonales y arrastrar con todo, escudándonos en el famoso orgullo.
En mi caso, me tomó muchos años entender esto. Creó que era la persona más orgullosa del mundo, que no me importaba dejar de hablarles a los demás porque según yo siempre tenía la razón. Perdí amigos, incluso creo que hasta deje de hablarle a uno que otro familiar. Pero como dicen nunca es tarde para reivindicarse y corregir todos los errores que cometimos me puse a la tarea de vencerlo y Gracias a Dios puedo decir que cuando cambias tu mentalidad y logras ver lo que los demás no ven, tu mundo empieza a cambiar y toda tu energía se renueva completamente.
He conocido casos de personas que han dejado de hablarse por años, incluso toda la vida. Que aún siendo vecinos prefieren pasar malos ratos y mantener una postura de primero muerto antes de volverle hablar. Me he dado cuenta que el orgullo no sirve para nada. Créanme el orgullo es peor que un Cancer que te destruye lentamente, porque al igual que la rabia te vuelve ciego y te pone una cortina que mantiene oscura tu alma. Que no te permite ver el error o los errores que pudimos cometer. Que te vuelve un ignorante porque según tú estás en lo cierto y tú posición es la correcta pero la dura realidad es la contraria.
Yo soy de las personas que esta convencida al cien por ciento que cuando aprendemos a dejar el orgullo a un lado y vencemos esa falsa fortaleza que creamos de hacernos los importantes simplemente porque queremos demostrar ante los demás que somos los que presuntamente tenemos la razón. Avanzamos diez pasos más rápido emocionalmente porque rompemos ese caparazón de ignorancia oculta y temor a que nos consideren débiles o sin dignidad, destruimos de raíz esa energía negativa que nos invade y esa falsa coraza de seguridad que confundimos con el orgullo.
Cuando logramos nuestro balance, aprendemos que podemos aceptar o pedir disculpas fácilmente aún sabiendo que no fue nuestra culpa, saludamos y sonreímos con naturalidad sin el temor a ser rechazados o ignorados. No pensamos nunca más en lo que van a decir de nosotros, nos quitamos de encima esa carga que nos atormentaba y mortificaba. Saben porqué muy sencillo porque entendemos que lo hacemos por nosotros mismos. Logramos encontrar nuestro punto más alto de fortaleza y llegamos al equilibrio y paz espiritual que tanto necesitamos.
Estoy segura de esto por experiencia propia. Cuando vencemos el miedo a que nos tilden de faltos de personalidad o débiles de carácter simplemente porque ignoramos ofensas, olvidamos agresiones, y vemos la vida de una forma más positiva. Entendemos que vida sólo hay una como para pasarla amargándonos y viviendo de orgullos tontos que no nos traen nada bueno. Cuando borramos de nuestro vocabulario esa palabra, borramos de nuestra mente todo lo que implica orgullo y actuamos con tranquilidad con aquel o aquellos que lamentablemente no han aprendido y superado esta etapa, encontramos un equilibrio en nuestro entorno y empezas a sentir esa paz que no puedes explicar.
Cuando todo ese peso que nos consumía y en algunos casos no nos permitía dormir desaparece , empiezas a encontrarle más sentido a la vida, a darle valor a lo que realmente es importante y a vivir en un ambiente de paz espiritual que te hace ver y entender con claridad que el orgullo te podrá hacer sentir fuerte pero no feliz, que el orgullo no sirve para nada.
Comentarios