Definitivamente, ninguno de nosotros está contento con lo que tiene. Vivimos quejandonos dia a día absolutamente de todo; en especial del trabajo, del dinero que ganamos, de nuestro cuerpo, de la vida que llevamos, etc.
Como vivimos tan ocupados buscando defectos a todo lo que nos rodea, olvidamos por completo el verdadero significado de las cosas que la vida nos ha dado.
Nos podemos dar cuenta de esto si miramos a nuestro alrededor y vemos lo que en realidad muchos inmigrantes tienen que sufrir dia a día para subsistir en una sociedad en la que unos tenemos la fortuna de tener trabajo, un hogar, una familia, una vida organizada y otros que por cosas del destino, por más que luchen contra las adversidades de la vida, no ruedan con la misma suerte.
La verdad, la mayoria son gente honesta, con ilusiones, sueños y esperanzas que se ven opacadas por miles de obstáculos, que popularmente llamariamos mala suerte.
Es tan poco lo que pueden ganar que ni siquiera logran conseguir un techo digno donde vivir y mucho menos un trabajo estable. Lo más triste es que se ven obligados a dormir en la calle, callejones, debajo de puentes o donde les caiga la noche y lo peor de todo sufren en silencio porque en la mayoría de los casos ni su misma familia se entera de las necesidades que está pasando.
Es allí donde la mayoria de nosotros cuando transitamos en la noche por determinados lugares y vemos a éstas personas, sólo los miramos de reojo porque los consideramos como algo indignó para la sociedad y los juzgamos sin detenernos un momento a pensar que les pasó para llegar a éstas condiciones de indigencia.
Lamentablemente no todo es como parece, porque detrás de cada rostro hay una historia que muchas veces ignoramos. Unos llegan a éste punto por drogas, alcohol o un vicio diferente; pero otros sólo lo ven como una alternativa y salida pasajera a la situación que están viviendo.
Nadie sabe del dolor y la frustración que viven dentro de cada corazón del inmigrante de la calle. Sólo ellos lo sienten y expresan sin necesidad de palabras, en su mirada triste y desolada, cuando pasan la noche en vela cuidando sus pocas pertenencias, con frío y en la mayoría de los casos con hambre. Y nosotros que nos damos el gusto de decir cuando vemos la comida servida en la mesa, otra vez lo mismo, no quiero comer eso o en el peor de los casos le permitimos a nuestros hijos hacer pataletas y dejar la comida simplemente porque al niño no le gustó y quiere comer en restaurante o en el famoso McDonald.
Ellos sólo esperan que llegue la madrugada para levantarse de sus casas improvisadas de cartón, esperando un día productivo y una oportunidad para ganar unos cuantos dólares, que muchas veces ni siquiera son para ellos, son para su familia que abandonaron en sus diferentes países de origen y por los que vinieron a éste país en busca de un sueño y una vida mejor. Familia a la que le envían cada dólar ganado, esperando ver algún día a sus hijos profesionales y convertidos en gente de bien. Pero que en la mayoría de los casos lo único que consiguen es desilusión porque en lugar de escuchar un gracias sólo reciben palabras cortantes como solo eso mandaste o tan poquito o en el peor de los casos ya solo los ven como cajeros automáticos y les hablan solo para decir necesitamos dinero, lo que mandó la semana pasada no alcanzó para nada.
Hay historias tan desgarradoras que por más insensibles que seamos, logran impactarnos y nos hacen un nudo en la garganta.
Son situaciones que nos obligan a mirar la vida de otra forma y a dar gracias a Dios por cada una de las cosas que con sacrificio hemos conseguido.
Muchos tenemos la fortuna de contar con la suerte que otros no tienen y que ironía es que permanezcamos quejandonos por todo sin necesidad.
Por el contrario a esto, hay personas que sufren en silencio y en lugar de estarse quejando, agradecen a la vida como si fuera el último dia de su vida.
QUE IRONIA!!!!!
Comentarios